Andrés Valero-Castells compone la sinfonía ‘Mediterraneum’

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Andrés Valero-Castells compone la sinfonía ‘Mediterraneum’, una profunda y amplia mirada sobre el Mare Nostrum encargada por Casa Mediterráneo

Casa Mediterráneo ha preparado un evento de gran envergadura: el estreno mundial de la sinfonía ’Mediterraneum’, realizada por el compositor Andrés Valero-Castells, que será interpretada por la Orquesta ADDA Simfònica, dirigida por Josep Vicent, el próximo día 28 de enero a las 19 h. en el Auditorio de la Diputación de Alicante en un evento mediante invitación (confirmación de asistencia al correo secretaria.direccion@casa-mediterraneo.es, antes del 23 de enero).

La pieza se presentará en el marco de la reunión constitutiva del Consejo Diplomático de Casa Mediterráneo, que reunirá en Alicante a los embajadores de 23 países mediterráneos, a los que se hará entrega de una partitura de la obra dirigida a sus respectivos pueblos. Casa Mediterráneo presenta esta pieza además en el año en el que conmemora el décimo aniversario del establecimiento en su actual sede, en la antigua estación de tren de Benalúa.

Con el propósito de conocer más al detalle el cometido de la sinfonía, los mensajes que encierra y la trascendencia a la que aspira, mantuvimos una entrevista con su artífice, el compositor Andrés Valero-Castells.

¿Cómo surge la sinfonía ‘Mediterraneum’, que ha compuesto expresamente para Casa Mediterráneo y se presentará tras la constitución de su Consejo Diplomático?

Es un encargo de Andrés Perelló, el director general de Casa Mediterráneo, a quien conozco desde que era alcalde de Buñol. Se trata de un pueblo de Valencia con una gran tradición musical, que cuenta con dos sociedades musicales de muchísima envergadura. Digo esto porque Andrés Perelló es una persona con una sensibilidad especial para la música, aunque su ámbito profesional sea la gestión y la diplomacia. De modo que a él se le ocurrió la idea -como un elemento cultural más, dinamizador de Casa Mediterráneo- de que hubiera una obra sinfónica cuya temática fuera el Mediterráneo. Contactó conmigo para saber cómo veía la posibilidad de escribir la obra y llegamos a un acuerdo rápidamente porque la propuesta me encantó y, felizmente ahora, tenemos la oportunidad de realizar el estreno en el marco de un evento importantísimo.

El Mediterráneo abarca muchos temas. En el lado positivo, encontramos una rica historia, florecientes civilizaciones, intercambios culturales y comerciales… y en la cara negativa, fenómenos como la incesante muerte de inmigrantes en su intento de alcanzar una vida mejor en la otra orilla. ¿Qué ha querido transmitir con su composición?

Hacer una obra sobre el Mediterráneo, de entrada, es muy genérico. Como dices, hay muchos elementos de los que poder tirar del hilo. Cuando una obra tiene un aspecto conceptual determinado, en una primera fase me gusta investigar y decidir a partir de la información más precisa posible. Entonces, entre otras cosas, algo que hice fue comprobar en el ámbito musical qué se había hecho ya, desde la famosa canción de Joan Manuel Serrat hasta montones de obras orquestales, sinfónicas, de cámara, en las que hay algo mediterráneo.

El aspecto descriptivo del Mediterráneo de sol, de mar, de vida… es algo muy recurrente. Cuando ocurre esto, quieres que tu composición tenga una dirección muy determinada, no quedarte en el cliché del sol mediterráneo. Para hacer una obra extensa y profunda, fruto de esa investigación se me ocurrió contar el Mediterráneo como tal, no como lo vemos desde aquí, nuestro Mediterráneo con esa idea soleada, turística y festiva. Casa Mediterráneo pretendía hablar del Mediterráneo de manera integral y global, un espacio integrado por más de 20 países y tres continentes. Con esa perspectiva, lo primero que se me ocurrió fue decir que es uno de los lugares del planeta donde más civilización ha surgido, que más cultura ha originado. El primer movimiento, “Cuna de civilizaciones”, lo organicé a base de una mirada retrospectiva, rememorando aquellas músicas símbolo del nacimiento cultural de algunos de los pueblos más potentes.

Hay cuatro documentos clave que se consideran los primeros registros musicales escritos de nuestras civilizaciones. Seleccioné diferentes documentos, como el Himno Hurrita a la Diosa Nikkal (1.400 a.C.), los Himnos Délficos a Apolo (128 a. C.), el Epitafio de Seikilos (s. I d.C.), y el Himno de Oxirrinco (s. III d.C.). Se han encontrado en Siria, en Egipto, en Turquía, en Grecia… por lo tanto, además de conectar con esa memoria histórica ofrecían un paradigma bastante amplio de todo lo que hay implicado en el Mediterráneo como cuna de civilizaciones.

A continuación, evidentemente, como tema de actualidad y desgraciadamente del que ya podemos hablar de historia, los movimientos migratorios sociológicamente son un fenómeno muy potente, presente y desdichado. Hacia ese tema siempre he tenido una especial sensibilidad, aunque parece que estemos anestesiados. A base de salir tanto en televisión se convierte en algo habitual, pero hay que levantar la voz. El razonamiento que hice fue el siguiente: la Organización Internacional para las Migraciones ofrece estadísticas, visité su página web y tras investigar resulta que entre las tres rutas del Mediterráneo mueren al año más de 2.000 personas. Y mentalmente pensé: 2.000 personas y yo voy a hacer una orquesta para 80. Es como si cada año murieran en el Mediterráneo 25 orquestas. El segundo movimiento, que se llama “Tragedia de migrantes”, pone de relieve el hecho de que esa cuenca mediterránea, cuna de civilizaciones, es al mismo tiempo una tragedia, una desdichada tumba de personas.

Igual que en el primer tiempo conectamos con las músicas ancestrales, en el segundo tiempo, para conectar con algo que le proporcione más contenido a la idea hay un pequeño guiño a una canción de rock del compositor José Luis Campuzano “Sherpa”, (ex de Barón Rojo), titulada Sueños Ahogados. Aunque yo sea un músico clásico desde pequeño me gusta el rock y en el caso de “Sherpa”, uno de los mejores músicos de este género en nuestro país, recordé que tenía una canción sobre los migrantes. Escuchándola pensé que si, en lugar de ser una sinfonía para orquesta, fuera una obra para coro con voces, el texto podría ser exactamente este, la denuncia de lo que está ocurriendo. De este modo, en el segundo movimiento se puede escuchar también un pequeño guiño a un giro melódico de la canción de José Luis Campuzano.

Luego, después de toda esa parte de tragedia, hay que dejar lugar para la esperanza. De modo que en el tercer movimiento, titulado “Utopía mediterránea”, quizás el más descriptivo y abierto al mismo tiempo, pretendo crear la sensación de adentrarnos en el mar y en un momento dado escuchamos tres caracolas marinas, metáfora de un diálogo entre los tres continentes que invita a la reflexión de un modo muy amable. Es una parte de la obra en la que los sonidos son muy apacibles y persigue invitar a la reflexión desde dentro del mar, como si pensáramos que todavía hay solución. Y es una denuncia al mismo tiempo, porque el Mediterráneo puede ser una tumba para mucha gente, pero también para él mismo. Es el mar más contaminado del planeta y hay muchos factores, hidrocarburos, contaminación, sobrepesca… con los que nos lo vamos a cargar si no ponemos remedio. Como decía, el tercer movimiento es el más optimista en ese sentido y, de hecho, termina con un pequeño guiño a la obra del compositor y amigo Rafael Liñán, Polifonías utópicas, que conecta perfectamente con el contenido en cuanto al ambiente sonoro.

Finalmente, el último movimiento, Praderas de Posidonia, es todavía más optimista al poner el acento sobre la verdadera joya ecológica del Mediterráneo. Es algo que la naturaleza nos ofrece y que hay que conservar y potenciar, porque es una lección de cómo la misma naturaleza puede ayudar a regenerar la vida en el Mediterráneo. Musicalmente lo que ocurre en Praderas de Posidonia es que, de alguna manera, se reciclan los elementos musicales expuestos hasta ese momento, de modo que la sinfonía se cierra con una sensación de lógica, volviendo a escuchar algunos de los temas que ya han aparecido, combinados de manera distinta.

En el concierto en el ADDA se entregará una partitura de la obra a los embajadores de los 23 países mediterráneos asistentes al evento. ¿Qué uso le gustaría que se diera a su composición más allá de nuestras fronteras?

La música es el sonido que se produce cuando la escuchamos y se interpreta. Realmente, la partitura es un documento que no tiene valor a no ser que se utilice para ser sonado. Y aprovechando que estará aquí todo ese mundo diplomático, la intención subyacente, naturalmente, es que escuchen la sinfonía, así como el comentario descriptivo de la partitura de lo que ocurre en la obra, que se conozca que desde aquí hemos hecho esta obra, y si les agrada y tienen la posibilidad que la interpreten las orquestas de los países mediterráneos, pensando en que tenga mayor alcance su mensaje.

¿Qué instrumentos están presentes en la sinfonía?

Es una sinfonía para orquesta. La música que se hace para orquesta sinfónica puede inferir desde orquestas reducidas hasta grandes. Cuando escuchas música de Mozart o del primer romanticismo, las orquestas son más pequeñas y su punto máximo de esplendor en cantidad de músicos lo constituyen las orquestas posrománticas, y de inicios del siglo XX con las obras de Mahler, de Stravinski… pero decir música para orquesta no es decir mucho a no ser que especifiques su rango. Se suele decir “Orquesta dos” si aparte de la cuerda y algo de percusión hay un mínimo de dos músicos de viento de cada. En este caso, planteamos una orquesta grande, una orquesta tres, que tiene familia de cuerda, arpa, piano, una familia de percusión bastante nutrida y los instrumentos habituales de viento organizados en grupos de tres de cada. La nomenclatura que usamos es la de orquesta grande, sinfónica.

Idiomáticamente el sonido de la orquesta trato de aprovecharlo al máximo y hay unas referencias concretas al tema conceptual de la obra, como a las tres caracolas que suenan. En esa parte precisamente, en la tercera, hay instrumentos de percusión, tambores de océano y demás, que creo que van a contribuir a crear la sensación de que mientras lo escuchemos estemos navegando por el Mediterráneo. Y también hay instrumentos de percusión procedentes de otras culturas, de Egipto, Siria, Grecia… La complejidad y la multiplicidad de una orquesta sinfónica es muy grande y en este caso, debido a su tamaño, hay muchas posibilidades.

Después de su estreno en el ADDA, ¿hay previsto un calendario de conciertos por España?

Hay ideas, pero de momento nada concretado, ya que es pronto. Ojalá se interprete más veces, pero no por el ego de artista, ni por los derechos de autor ni nada similar, sino por el hecho de que si cada vez que se interprete hay cientos de personas, entre músicos y público, que leen mi texto y conectan con poner el acento en los aspectos de la contaminación, la emigración y demás asuntos tratados, se difunda el mensaje. Evidentemente, va a ser muy positivo que se interprete más veces, en España y otros países. Ten en cuenta que la obra la acabé a finales del año pasado, después ha tenido lugar el proceso de edición de la partitura para que se pueda estrenar el 28 de enero. El único compromiso que hay es hacer un estreno a lo grande con la orquesta del ADDA, que es fantástica, dirigida por su titular, Josep Vicent, documentarlo y grabarlo, de modo que ese es el mejor soporte para conseguir que haya más gente interesada en interpretar la obra. Ya no depende ni de Andrés ni de mí. Hemos hecho el trabajo y toda aquella orquesta a la que le guste la propuesta a nivel sonoro, logístico (la obra es larga para una obra de creación actual, dura 40 minutos) y del tema, y que tenga las posibilidades de interpretarlo, estaremos encantados de que prolifere.

Más información:
En la página web Andrés Valero-Castells – Compositor y director. (andresvalero.com).

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