HUI PARLEM AMB… JAIME MERODIO

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«¿Quién es Jaime Merodio?.  Pues soy padre de dos niñas preciosas, Carmen de la Paz, de cinco años y de Victoria, de dos. Soy esposo de Ana, una persona a la que admiro y quiero profundamente.  

Soy profesor de música, aunque no me importaría definirme como “maestro de banda de pueblo”, pues intento impregnar mi práctica docente y directorial de todos los valores que se desprenden de la enseñanza y con ello de un cierto impacto social “de proximidad”. Si además conseguimos obtener buenos resultados artísticos, mejor que mejor. Enseñar a un joven que persevera en sus estudios de clarinete (con el valor que de ello se destila), dirigir a un adulto que acude al ensayo de la banda de su pueblo después de estar trabajando en el campo. Éstas realidades son las que me mueven a perfeccionarme como docente cada día. «

Comienzos musicales

«Mis comienzos en la música fueron algo casuales. De pequeño vivía en el barrio de El Perchel en Málaga, y fue en una banda de música que allí ensayaba donde mis padres observaron la oportunidad de poder adentrarme en un mundo de oportunidades a través de la música. Y así fue. Posteriormente ingresé en la banda Miraflores-Gibraljaire, que abrió ante mí lo que a día de hoy sigue siendo parte esencial en mi vida: las Bandas de Música y la Enseñanza.»

Profesores

«El paso del tiempo me ha permitido recordar con mucha ternura a los profesores con los que inicié mi formación y tomar de ellos a modo de legado una parte sustancial de mi propia práctica docente hoy. 

Juan Aragón Imbroda y José María Puyana dieron impulso a mis inicios. Recuerdo con muchísimo cariño también a aquellos compañeros más mayores que me regalaron mucho de su tiempo para superar aquellas “fichas” para acceder a mi primera Banda.  

Después llegó a mi vida Emilio Montoya, decisivo en mi manera de relacionarme hoy con la Música. Me resultan fundamentales las enseñanzas tomadas de Miguel Romea, Guillermo Martínez Arana y Salvador Vázquez en relación al estudio de la dirección de orquesta, que simultaneo con mi estudio constante en el clarinete. Ineludibles son los aprendizajes que he obtenido de muchísimos de mis compañeros, muy especialmente de aquellos con los que coincidí en mi etapa de profesor de instituto, pues me transmitieron una mirada sobre la enseñanza que implemento cada día en mi aula de clarinete y en las bandas, coros y orquesta que tengo la oportunidad de dirigir. «

Hemos de revisar nuestros principios activos

«No es sencillo poder hablar en términos absolutos de esta cuestión pues las circunstancias de cada entorno presentan distintas realidades. En el entorno en el que desempeño mi labor especialmente -bandas y conservatorios del Sur de España- observo que el problema esencial es la paulatina desaparición del verdadero significado socializador de estos estamentos. Posiblemente nos encontremos ante una de las generaciones musicalmente más preparadas y con más oportunidades de obtener un aprendizaje musical de calidad, sin embargo, cada día resulta más complicado llenar las aulas de los conservatorios e incluso las salas de ensayo de las bandas. Hemos focalizado la enseñanza musical en pro de la excelencia, pero hemos olvidado hacer de la música una verdadera “caja de herramientas” para una vida ante la que se abren niños y jóvenes, que abandonan prematuramente sus estudios y no encuentran tras diez, catorce años de estudios verdaderas razones de peso para finalizar desde la convicción sus estudios musicales. En este sentido también desde las bandas debemos revisar nuestros principios activos. Recordemos, somos posiblemente las únicas entidades capaces de vertebrar la vida en barrios y pueblos, acogiendo todo tipo de identidades individuales en pro de la colectividad.  

En la sociedad de la gratificación instantánea, de las carreras musicales meteóricas construidas en las redes sociales y no en la perseverancia del oficio, un solo minuto de trabajo colectivo en estas identidades es, como se dice en mi tierra “oro molío”. « 

Un buen consejo

«Ser un buen atril primero está bien, pero es mucho más necesario ser un extraordinario atril segundo.» 

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