HUI PARLEM AMB… ADRIÁ SÁNCHEZ CASTELLÓ

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La importancia de hacerse a uno mismo

«Yo no provengo de una familia con una tradición musical que trascienda generaciones. Mis inicios musicales fueron como los de cualquier niño o niña a quien sus padres, implicados en el desarrollo de su hijo, inscriben en música como actividad extraescolar para complementar la formación que recibe en el colegio.

Por suerte, la Agrupació Musical Los Silos de Burjassot supo regar y abonar la semillita que llevaba dentro para que creciese dentro de mí esta devoción por la música. Fueron muchas horas de clases, ensayos, juegos, conciertos, pasacalles, fiestas, amistades… La vivencia de la música en el seno de una sociedad musical, con esa implicación social y artística que conlleva, fue lo que ha ido forjando, durante toda mi carrera, una manera de entender el papel que la música y las bandas pueden jugar en nuestro contexto más próximo.

La historia de mi crecimiento como músico profesional me llevó, con mi saxofón a cuestas, de la Escuela de Música Los Silos de Burjassot al Conservatorio Profesional de Música de València y al Conservatorio Superior de Música de Navarra. Durante los muchos años de formación y aprendizaje han sido varios los profesores y profesoras que supieron ser buenos compañeros de viaje, orientando y aportando, sin buscar ser los grandes protagonistas de este viaje. Guardo gratos recuerdos de muchos de ellos en Valencia y en Pamplona, y cada uno supo aportar su experiencia para ayudarme a recorrer mi camino, pero, sobre todo, a entender la importancia de hacerse a uno mismo. Desde el primer día, elegimos las piezas que van conformando nuestra personalidad, nuestras competencias, nuestra forma de afrontar retos y la vivencia de la música, para que nadie tenga que hablar por nosotros el día de mañana.»

Los retos de las escuelas de música

«Este viaje vital que es la búsqueda de mi dedicación profesional me ha llevado por los más diversos derroteros hasta mi situación actual, con una vertiente artística como director de bandas de música y una vertiente docente como director de escuelas de música.

Las escuelas de música ofrecen a las personas de su entorno la posibilidad de descubrir y entender el mundo de la música, tanto niños como adultos. Tradicionalmente, los niños y niñas que hacen música aprenden cómo funciona el lenguaje musical y a manejar un instrumento, pero además mejoran su capacidad para expresar sentimientos, sus habilidades sociales, incluso favorecen su desarrollo psicomotriz e intelectual. En los últimos tiempos, cada vez más adultos se acercan con enorme entusiasmo a aprender música, algo que igual de pequeños no tuvieron oportunidad de hacer. El beneficio social y cultural que aporta una escuela de música a su barrio o pueblo es de un valor incalculable.

Ni la escuela de música es un lugar donde dejar al niño un rato mientras hago recados, ni los profesores son monitores de tiempo libre. Dicho esto, el profesorado debemos entender nuestra responsabilidad de estar en continua renovación y formación, y afrontar cada clase como ese día clave en que el alumno va a descubrir que ama la música. No debemos caer en lo rutinario y lo intrascendente que nos aboque a la frustración. La música exige vocación.

Una escuela de música con una sólida programación, llena de actividades motivadoras, metodologías eficientes y actuales, un profesorado formado e implicado con el proyecto educativo y una atención al alumnado individualizada, podrá afrontar las dificultades económicas o materiales con mayor probabilidad de éxito y, además, nutrir a las sociedades musicales de generaciones de músicos con devoción por la música para sus bandas, coros, orquestas, etc.»

El futuro de la banda

«Las bandas realizan una labor con unas responsabilidades artísticas y formativas que fluctúan en dos direcciones, hacia el público que les escucha, pero también hacia los propios músicos que la conforman.

Si entendemos que los músicos participan de la actividad de una banda amateur en su tiempo libre, seremos conscientes de que acuden a ensayar en detrimento de otras actividades lúdicas que puedan ser más atractivas, como celebraciones, cenas, viajes, deportes, amigos, etc. La lista de oferta lúdica hoy en día es interminable. De manera que, la sociedad musical debe ofrecer a sus socios un binomio de oferta artística y social que resulte equilibrada y atractiva para el músico. En ocasiones un repertorio de nivel excelente no será suficiente, y en otras, sólo hacer cenas y viajes tampoco lo será.

Del mismo modo, tanto al músico como al público, se le debe ofrecer variedad en el repertorio, como sucede con las dietas alimenticias. Ni todo música de compositores consagrados, ni todo música con batería. Seguro que hay un momento y un concierto para cada cosa. La responsabilidad del director es aumentar y enriquecer el bagaje musical y el espíritu crítico, tanto de músicos como del público. No deberíamos cercenar en base a gustos personales la formación de quien depende de nosotros, sino que, con material musical de calidad, ofrecer un gran abanico de música original y transcripciones de todos los estilos, para que intérpretes y oyentes puedan formarse un criterio propio sobre sus preferencias personales.

Los músicos demandan una sociedad musical, y una banda, adaptada a los tiempos, moderna, activa y versátil, que combine una fuerte actividad social que consolide el sentimiento de pertenencia al grupo, con una actividad artística variada que alterne actuaciones y proyectos de alta exigencia técnica con otras más distendidas.»

A los jóvenes músicos

«Los más jóvenes tienen todo el camino por recorrer, pero muchas veces, los que llevan más años también necesitan algún consejo o recordatorio. Ser socio de una asociación conlleva más obligaciones que derechos. A una banda, debemos acudir pensando más en qué puedo aportar que en qué saco yo de esto. En ocasiones, por nuestro perfil, podremos aportar más musicalmente y, en otras, podremos arrimar el hombro para sacar adelante muchas otras actividades necesarias.

Las bandas de música subsisten y crecen gracias a palabras que hoy en día, desgraciadamente, no encontramos en la inmensa mayoría de actividades y situaciones que forman nuestro día a día. Debemos ampliar nuestro vocabulario musical con palabras tan bonitas como generosidad, altruismo, compromiso, solidaridad, compañerismo, vocación, devoción, empatía… y lo más importante, ponerlas en práctica. Aprovechemos la oportunidad de que la música nos ayude a ser mejores personas.»

Adrià Sánchez Castelló. (Director de la Agrupació Musical Santa Cecília del Grau y de la Banda Juvenil Santa Cecilia de Chelva. Director de la Escuela de Música Santa Cecilia del Grau y de la Escuela Comarcal de Música Alto Turia.)

Manoli Aracil

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