CIEN AÑOS DE VALOR, EL VALOR DE CIEN AÑOS. UNIDAD DE MÚSICA DE LA LEGIÓN

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Antonio Santodomingo Molina: tiempo estimado de lectura 15 minutos.

Himnos y cancionero legionario tradicional. Unidad de Música de la Brigada «Rey Alfonso XIII», II de la Legión (Viator-Almería); teniente músico Víctor Enguídanos Royo (dir.), Atlántida Music, GLAV-11012021.

La Unidad de Música de La Legión es la protagonista de este álbum que se grabó en el Teatro Auditorio de Roquetas de Mar durante una semana de la primavera del 2018. Fue editado en 2021 dentro del conjunto de publicaciones que conmemoraron el centenario de la fundación de La Legión, cuyo lema reproducimos en el título de esta reseña: «cien años de valor, el valor de cien años». Esta celebración tuvo lugar un año antes, en plenas restricciones por la pandemia. Por ella, el proceso de maduración del álbum duró tres años, con lo cual, estamos ante un «crianza» si se me permite el símil vinícola. 

La banda y coros legionarios fueron dirigidos por el edetano Víctor Enguídanos, quien explicaba al Diario de Almería el criterio de selección de las composiciones: «hemos intentado recopilar los 100 años de historia de la brigada en diferentes temas, tanto cancionero legionario, como marchas militares, marchas propias creadas para La Legión e incluso composiciones que hace muchos años que no se interpretaba». 

De esta forma han reunido en un doble CD, 27 piezas pertenecientes a la literatura musical legionaria, que han sido combinadas con otras 3 marchas del repertorio canónico militar como Los Voluntarios, El dos de mayo y El 2º de Zapadores. Acompaña un librito con una escueta crónica de La Legión, un breve historial de la banda y explicación de las obras por el musicólogo Julio Francisco González; así como las letras de las canciones e himnos. Todo ello aderezado con una buena galería de instantáneas históricas de la banda y otras del momento de la grabación en Roquetas de Mar realizadas por José Luis Canelo. Se encargaron de la grabación los técnicos de Atlántida Music, aunque no constan sus nombres.

Una banda centenaria

Algunas semanas después de aquel 20 de septiembre de 1920 en el que se alistó el primer Caballero Legionario en el Tercio de Extranjeros, se fundó la primera banda con 25 músicos. Estos fueron dirigidos durante los siguientes 7 años por el vasco Pedro de Córdoba Samaniego y Rozas. Su primera sede fue el cuartel de Dar Riffien o Cabeza del Rifeño, cuyas ruinas todavía se ubican a unos 5 kilómetros de Ceuta en dirección a Tetuán. 

A finales de la década de 1930, la plantilla alcanzó los 150 músicos bajo la batuta de Emilio Ángel García Ruiz, quien la dirigió durante casi tres décadas, desde 1928 hasta 1955. Entre sus destacados méritos profesionales, además de ser una persona culturalmente muy activa en la ciudad llegando a componer la música del Himno de Ceuta, figura el de transformar a comienzos de la década de 1950, el cuplé El novio de la muerte, en marcha lenta para la Semana Santa Ceutí. A García Ruiz también le correspondió en 1954 unificar las cuatro bandas legionarias de cada uno de los tercios que formaban La Legión (Ceuta, Melilla, Larache y Villa Sanjurjo) en una única formación con 90 músicos adscritos al 2º Tercio de La Legión «Duque de Alba» en Ceuta. 

A García Ruiz le sucedió el cullerà Enrique Escrivá Alapont quien ocupó el podio casi de forma ininterrumpida entre 1961 y 1989, siendo el director que más años estuvo al frente de esta formación musical. Fueron numerosos los éxitos del conjunto musical durante este periodo, destacando entre ellos su participación en el certamen internacional en Rouen (Francia) donde asistieron con una instrumentación del propio Escrivá de La consagración de la primavera, interpretada como obra de libre elección. 

También sobresale su participación en la monumental Antología de la Música Militar de España que auspició Ricardo Fernández de Latorre en 1971, realizando las grabaciones de la sección «Himnos, Marchas y Cantos Legionarios» del disco nº 7. Además, Escrivá realizó numerosas adaptaciones del cancionero legionario como Se fundó en Dar Riffien, A la derecha va el Tercio, Como somos Caballeros Legionarios, Pobrecitos maridos infelices y un largo etc. También fue autor de algunas composiciones que aumentaron la calidad del repertorio legionario como el poema sinfónico incluido en este álbum, Dar Riffien con el que homenajeó a La Legión en 1989. 

Por otro lado, fue en 1956 cuando al resurgir el Tercio 3º de La Legión «Don Juan de Austria» se constituyó su propia unidad de música, primero en el Protectorado Español de Marruecos y a partir de 1975, en Fuerteventura. Fue esta última banda la que heredó el historial de la originaria agrupación musical del Tercio de Extranjeros al trasladarse a Ronda a comienzos de la década de 1980, con la denominación de Música de La Legión, con una plantilla de 90 profesores. 

Desde mediados de la década de 1990 se ubica en su sede de Viator (Almería) con su actual denominación de Unidad de Música de la Brigada de Infantería Ligera «Rey Alfonso XIII», II de la Legión. Esta se estructura en banda de cornetas y tambores, coros y una banda de música que en el momento de la grabación de este álbum que reseñamos, está compuesta por una plantilla de 36 músicos, quienes contaron con la colaboración de Sheila Solís (cantante), Fernando Gordo (piano), Javier Lozano (clarinete) e Ismael Cabezas (tuba). 

Así pues, durante estos más de cien años de historia, La Legión ha contado con hasta cuatro unidades de música y con importantes profesores y maestros. De entre ellos han destacado Pedro de Córdoba Samaniego por ser el fundador, así como Emilio Ángel García Ruiz y Enrique Escrivá Alapont por dedicar a La Legión, tres décadas de sus respectivas carreras profesionales. Durante este tiempo lograron equiparar las bandas legionarias al mismo nivel artístico de los mejores conjuntos europeos, consolidar y ampliar el repertorio musical legionario, así como dejar una profunda huella musical en las ciudades de acogida de esta agrupación.

La Legión y su música

Entre las principales virtudes de La Legión destaca el atesoramiento y uso de una literatura musical propiamente legionaria. Así lo destacó Andrea Santodomingo en su artículo sobre el origen de la música legionaria que se publicó en el número 553 de la revista La Legión: «La Legión es una de las unidades militares que mayor atención ha prestado siempre a la música. Lo atestigua su larga tradición en atesorar composiciones con rasgos y elementos legionarios y su saludable costumbre diaria de entonar himnos y canciones.»

Himnos, canciones y marchas que las bandas y coros de La Legión se han encargado de testimoniar con algunas grabaciones memorables como la editada en 1990 por la Unidad de Música del 2º Tercio dirigida por Juan Morote Durán, y que en aquella ocasión llevó por título Himnos y canciones legionarias. Así como más recientemente, la titulada Todo Legión que Efen Records reeditó en 2002. 

Por su parte, Víctor Enguídanos nos ofrece con este álbum del 2021, además de las tradicionales canciones, himnos y marchas legionarias, otras creadas por los directores músicos que han ido pasando durante las últimas décadas por el podio de esta agrupación, algunas con destacable factura. También ha ampliado Enguídanos la variedad del recopilatorio con dos marchas procesionales como El Cristo de La Legión y El Cristo de la Buena Muerte, así como la inclusión de dos piezas sinfónicas como el poema Dar Riffien y la fantasía Boceto Legionario.  

Son tres los pasodobles con fuerte raigambre castrense los que aparecen en el álbum, precisamente compuestos antes de la fundación de La Legión en 1920: Los Voluntarios, El dos de mayo y El 2º de Zapadores. Sus autores, Gerónimo Giménez, Federico Chueca y Pascual Marquina, respectivamente, aportan al álbum un extraordinario nivel de calidad compositiva. Esto ya justifica por sí solo, la buena elección de estas partituras por parte de Enguídanos y su presencia en el álbum. 

Este arranca con el primero de ellos, el nº 3 de la zarzuela cómica en un acto titulada Los Voluntarios, con música de Gerónimo Giménez y letra de Fiaco Yrayzoz. Fue estrenada en el madrileño teatro Príncipe Alfonso en 1893, casi tres décadas antes de que naciera La Legión, aunque su argumento sí que está relacionado con los motivos de tal nacimiento. Está dedicada a los voluntarios catalanes que fueron a luchar en el Rif africano en 1860, bajo el mando del general Prim, con importante victoria para el Ejército Español en la batalla de Castillejos. Cabe recordar que años más tarde, la pacificación de esta zona del Protectorado Español de Marruecos sería uno de los motivos para la creación de La Legión. 

El pasodoble Los voluntarios (CD 1, pista 1) fue escrito para orquesta, banda de cornetas y tambores y coro. Con él entraron los voluntarios catalanes en el pueblo aragonés, camino del Rif, donde transcurre la acción de la zarzuela. Desde las primeras representaciones se convirtió en el número estrella del espectáculo, llegando hasta la actualidad gracias a su cristalización en el repertorio de las bandas militares. Enguídanos ofrece una versión que prescinde de la banda de cornetas, cosa que es constante en todo el álbum. Además, reduce la paleta de matices y pule las articulaciones con lo que no se aleja del espíritu castrense de la pieza, compensando así la ausencia de cornetas y tambores. 

Federico Chueca compuso por encargo del Círculo de Bellas Artes de Madrid, el segundo de los pasodobles militares, El dos de mayo (CD 1, pista 6). Fue dedicado al Ejército Español y creado para conmemorar el centenario del levantamiento del pueblo madrileño contra las tropas napoleónicas. Enguídanos amplía ahora la tabla de matices y reduce el tempo con lo que se acerca al pasodoble de conciertos, aunque sin prescindir del carácter militar como nos recuerdan los afilados contrapuntos de la trompetería. 

El tercer pasodoble-marcha es El 2º de Zapadores (CD 1, pista 11) compuesto por Pascual Marquina en 1917 siendo músico mayor en el 2º Regimiento de Zapadores-Minadores de Ingenieros (Madrid). Marquina dedicó esta marcha a su regimiento y para ello no ahorró en variedad melódica que plasma con una pluralidad de ideas que combina magistralmente. Además, dota a la composición con una desarrollada estructura para la época, que refuerza con un brillante uso de los giros armónicos. En esta grabación, las partes de cornetas, sustituidas aquí por las trompetas, quedan extraordinariamente ensambladas en el conjunto, que cuida y modula las frases como se merece un pasodoble de esta calidad. 

El apartado más nutrido del álbum lo forman los himnos y canciones legionarias, tal y como se indica en el título de la entrega. En ella apreciamos La Madelón (CD 2, pista 2) o Quand Madelon (cuando Magdalena) con letra original de Louis Bousquet y música de Camille Robert. Esta composición forma parte del primer corpus musical de origen extranjero que los legionarios adoptaron en ausencia de composiciones propias. La Madelón fue muy popular durante la Primera Guerra Mundial, adoptada por la Legión Extranjera francesa y acogida aquí con nuevas letras: «Vamos al frente vivos y ligeros…»

Enguídanos recurre a los arreglos del cancionero tradicional que firmó Enrique Escrivá. Adaptaciones que hizo para una agrupación con casi un centenar de miembros y unos coros que no se dejaban intimidar por la sonoridad de la banda, como podemos comprobar en los tres recopilatorios de 1971, 1990 y 2002 ya mencionados más arriba. Títulos de los primeros años de fundación del Tercio en los que se establecieron los elementos distintivos de la música legionaria como Tercios Heróicos, La canción del Legionario, Pobrecitos maridos infelices, Se fundó en Dar Riffien, Un inglés que vino de London, A la derecha va el Tercio o Como somos Caballeros Legionarios. A estas se añaden otras de etapas posteriores como los himnos Tercio Gran Capitán que Grau Vegara compuso en 1977, o el posterior Tigres de Buharrat de Eloy García. 

Y todo esto sin olvidarnos de la magnífica idea de presentar El novio de la muerte en sus dos versiones, la adaptación a marcha lenta (CD 1, pista 15) que García Ruiz realizó en 1952 para la Semana Santa ceutí y que posteriormente arraigó en los actos militares de Homenaje a los Caídos; y la composición original como cuplé (CD 2, pista 3) con letra de Fidel Prado y música de Juan Costa. Fue estrenado este a mediados de 1921 en el teatro Vital Aza de Málaga con la cupletista Mercedes Fernández González (Lola Montes), aunque en esta ocasión lo ha protagonizado la cantante Sheila Solís con grandes dosis de profundo sentimiento y a la vez, brillante frescura que ha sido acentuada con la chispa de Fernando Gordo al piano. 

De esta forma, Enguídanos nos ofrece buen testimonio sobre El novio de la muerte, tal y como señaló Andrea Santodomingo en su ya mencionado artículo: «La Legión cuenta entre su literatura musical con una de las composiciones con un proceso de transcripción musical y adaptación funcional más rico e interesante de la historia de la música militar en Europa. De cuplé para los escenarios teatrales, a los desfiles de La Legión como marcha militar. De estos, a las calles y plazas durante la Semana Santa como marcha procesional cantada y un nuevo regreso a los actos castrenses durante el homenaje a los caídos…» 

Evolución funcional que ha dotado de gran popularidad a esta pieza, manteniendo intacta la admiración del público como el primer día de su estreno. Lo atestiguan las casi 2.800.000 visualizaciones que ha tenido hasta el momento, en el canal YouTube de Sheila Solís, su actuación en el auditorio Maestro Padilla de Almería el 19 de Septiembre de 2001, acompañada también por los músicos legionarios, en su versión lenta. 

Las 10 marchas militares ocupan el segundo grupo más numeroso. Títulos muy consolidados como Legionarios y Regulares (CD 1, pista 4) mediante el cual, Saco del Valle unió magistralmente a ambos cuerpos por encargo del rey Alfonso XIII. Así como La toma del Gurugú (CD 2, pista 5) con la que Pascual Marquina conmemoró la victoriosa acción desarrollada en el Monte Gurugú en 1909. Piezas que se combinan con dos composiciones de mediados del XX como Bandera y Patria (CD 1, pista 13) de Pedro Rubio a la que el conjunto imprime un acertadísimo estilo castrense característico de la década de 1940 o Duquesa de Alba (CD 2, pista 6) de Enrique Escrivá, cuya monumentalidad temática requeriría de una plantilla más nutrida. 

Y un tercer periodo con marchas de compositores vivos como A la música de La Legión de Jaime Enguídanos, Acemileros legionarios y Tercio Alejandro Farnesio de Fernando Lizana, Don Juan de Austria (CD 2, pista 10) de Antonio Morales con unas elegantes maderas de sonido distinguido en el trío, además de General Martín Cabrero y Bandera del Cuartel General (CD 1, pista 10) de Víctor Enguídanos con unos exquisitos fraseos durante la segunda sección. 

Enguídanos nos ofrece la posibilidad de apreciar en este apartado de marchas militares, la evolución que ha tenido el género, ya que recoge piezas de casi todo el periodo como Legionarios y Regulares de mediados de la década de 1920, hasta Bandera del Cuartel General del 2017. Entre las constantes se aprecia la utilización de temas legionarios como seña de identidad. Cabe destacar la contraseña (Legionarios a luchar…), El novio de la muerte, Como somos Caballeros Legionarios; combinados con otros con rasgos castrenses como el Himno de Infantería o la Llamada de Infantes. Además, el uso de una armonía muy tradicional o un empleo habitual de las secciones instrumentales, con muy escasas innovaciones como por ejemplo en la percusión, que por otro lado, ha tenido un enorme desarrollo durante este periodo temporal. Entre los elementos más evolutivos cabe destacar la consolidación estructural de las marchas con un mayor interés en los tríos, así como un desarrollo en el tratamiento contrapuntístico de los temas. 

Este apartado de marchas de desfile (conmemorativas y de homenaje) es completado con dos marchas procesionales del último tercio del siglo XX. El Cristo de la Buena Muerte (CD 1, pista 7) en la que su autor, Enrique Blasco, se permite alguna extravagancia e incongruencia como unir a clarinetes y tubas en una misma melodía en la primera sección. Esto queda compensado con la calidad de la primera marcha procesional que aparece en el álbum, El Cristo de La Legión (CD 1, pista 3). En ella Eloy García demuestra una vez más su maestría al realizar un elaborado y refinado trabajo temático y contrapuntístico, al combinar elementos de La muerte no es el final, de la contraseña legionaria y de El novio de la muerte. Además, el conjunto consigue transmitir de forma notable los elementos estilísticos identificativos de la marcha procesional andaluza que se hayan por toda la pieza. 

Y llegamos a uno de los momentos culminantes del álbum, que está situado casi al principio de este, en lugar de en una posición más estratégica. Se trata del poema sinfónico Dar Riffien (CD 1, pista 2) de Enrique Escrivá, el cual fue estrenado en 1989 cuando ya había dejado la dirección de la Música de La Legión. Lo hizo la Banda de Música Juvenil de Ceuta, también fundada por él en 1985, la que posteriormente se convertiría en banda municipal y actualmente en asociación cultural. Cabe recordar que Dar Riffien fue la primera ubicación de La Legión a unos 5 kilómetros de Ceuta, como ya hemos mencionado. 

Escrivá se basa en los temas de la contraseña legionaria, Tercios Heroicos y El novio de la muerte. Los maneja con tal habilidad y pericia como cabría esperar de una obra de madurez. Y además, hace gala de una gran inventiva al combinar y variar magistralmente los temas entre ellos. La banda se muestra con una seguridad muy notable, sobre todo en los pasajes rítmicos que aborda con una infalibilidad milimétrica. La pieza está repleta de delicadísimos fragmentos que son interpretados con exquisita finura por los músicos legionarios. En los fortes es muy notable el equilibrio entre las cuerdas, consiguiendo una sonoridad muy compacta.

Si a la calidad de la composición de Escrivá unimos la cuidada interpretación, además del placentero gusto de los solistas de entre los que podemos destacar a Ángel Luis Rodríguez (trompeta) por su notable musicalidad, el resultado es una ejecución de referencia como se merece la efeméride. Este poema sinfónico fue reincorporado al repertorio legionario en 2006 en un concierto en el teatro Maestro Padilla de Almería que dirigió Fernando Lizana, quien comparte méritos con Enguídanos por haber elegido esta notable composición como uno de los puntos fuertes del álbum.  

Y cerramos esta reseña con el Boceto Legionario de Grau Vegara. Fue estrenado por la Unidad de Música de la Guardia Real en el Teatro Kursaal (antiguo Cine Nacional) de Melilla en 2002, con motivo de las celebraciones de El Día de Melilla. Como señala Julio Francisco González en el librito del álbum, en esta pieza «aparecen los temas más representativos de la literatura musical legionaria», tales como su contraseña, El novio de la muerte en su versión lenta y el original cuplé, el estribillo de Tercios Heroicos, etc. Enguídanos no descuida el estilo castrense de los temas que combina con buena dosis de libertad interpretativa, al permitir por ejemplo, un levísimo desfase entre trompetas y trombones en la contraseña inicial. Efecto eco que se convierte en signo de distinción y licencia estilística al posibilitar al escuchante, su propia interpretación. En definitiva, un doble álbum con los tres años de maduración impuestos por la pandemia, cuyas copias se agotaron rápidamente sin apenas llegar a los propios protagonistas. En él, el oyente puede saborear los principales temas de la literatura musical legionaria y cantarlos también, pues en el librito se acompañan las letras con esta intención. Para los paladares más exigentes, ahí queda plasmado la evolución del género marcha durante esta centuria. Y para los más exquisitos, la acertadísima elección del poema sinfónico de Enrique Escrivá, Dar Riffien, en el que los músicos legionarios demuestran que con una plantilla de tamaño medio también se puede hacer Música con la calidad de un buen «crianza».

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