Ha nacido una nueva estrella: Madrid Brass Band

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Artículo de Antonio Santodomingo Molina

El movimiento británico que creó las brass band durante el primer tercio del siglo XIX y que se extendió por centroeuropa y América durante el XX, no acaba de arraigar en España. Nos referimos al conjunto formado por una treintena de músicos de viento-metal y percusión. Su plantilla ya está muy consolidada en la actualidad y abarca diversos tipos de cornetas y trompetas, fliscornos, trompas, barítonos, bombardinos, trombones, tubas en varias tonalidades y la sección de percusionistas. Esto permite a las brass band tener una sonoridad muy homogénea y unos timbres uniformes, y al mismo tiempo, una paleta de matices que pueden llegar a ser muy potentes y vigorosos en los fuertes. 

Pese al esfuerzo de los conservatorios superiores y alguna universidad en crear y mantener estas formaciones tipo brass band, este ahínco no se transmite fuera de las aulas. La prueba es que en España son muy escasos este tipo de conjuntos bandísticos. En 2015 se crearon Málaga Brass Band y Valencia Brass Band. Recientemente ha tenido lugar en Cubas de la Sagra la presentación de Madrid Brass Band, una banda profesional que ha nacido por iniciativa de Jonatan Sevilla Requena, Johannes Düll y Eduardo Sánchez-Escribano. Para este concierto presentación han contado con la valiosísima colaboración de Franz Matysiak, un director muy experimentado en este tipo de ensembles musicales. 

El concierto arrancó con Paul Lovatt-Cooper, quien quiso plasmar en Where Eagles sing (2006) la huella que le causó el impresionante vuelo del águila de cabeza blanca americana con su potente vuelo y su elegancia al planear. Así lo entendieron los músicos de Madrid Brass Band, quienes supieron combinar la fuerza del aleteo que el autor plasma mediante unas potentes escalas en grupos de semicorcheas, con la elegancia del planeo a través de unas serenas frases en sonidos largos. Ambas sonaron en un conseguidísimo equilibrio y claridad que no se truncó ni en la fortísima sección conclusiva, con la que lograron mostrar unos potentes y redondos matices que impactaron en el público. Where Eagles sing es una pieza perfecta para iniciar un concierto, por su duración, por su vigor y por su finura y delicadeza a la vez. Así lo transmite el propio Paul Lovatt-Cooper con estas palabras: «The piece is everything associated with the Eagle: bold, powerful and graceful and now free to soar and sing in the American homelands.» 

Resurgam (1950) cuya traducción del latín es «Me levantaré de nuevo» es una de las composiciones más populares de Eric Ball. Este poema sinfónico en un único movimiento, no se basa en programa alguno, más bien se trata de una música con una importante carga emotiva y de sentimientos relacionados con la resurrección de los muertos, que va desde la angustia y la tristeza, hasta la serenidad y la paz.  

La musicóloga Alex Burns afirmar que «A lo largo de Resurgam hay una serie de yuxtaposiciones con varios motivos que crean un argumento musical entre temas como la esperanza y la desesperación. Aunque liderada por sus secciones corales tranquilas y calmadas, pronto se yuxtaponen secciones tormentosas y turbulentas.» El director, Franz Matysiak, no desaprovechó la ocasión para mostrar su maestría y larga experiencia internacional en este tipo de bandas. Consiguió manejar el conjunto con propiedad al plasmar en cada sección de la partitura, su justa expresión y sentido. Gobernó los contrastes entre secciones de forma magistral, tensando los puntos culminantes sin desbordar la sonoridad de la banda y llevándola a la más intimista calma, en los puntos de distensión. Y todo ello sin olvidar un destacado énfasis en los silencios entre secciones, lo que le permitió transmitir la estructura de la pieza de una forma clara y acorde con el interés del autor. 

Paul Lovatt-Cooper nos sitúa en Donegal Bay (1992), en la bahía homónima situada en el noroeste irlandés. Describe en esta breve composición para barítono y brass band, sus playas y acantilados con un mar en calma. Se trata de una pieza lírica escrita al más puro estilo Irish Air, en la que Daniel Gilabert al barítono hizo gala de su gran musicalidad y elegante sonido. Los cornetas transportaron el tema a un potente clímax notablemente graduado por Franz Matysiak, quien además, concedió a Daniel Gilabert importantes márgenes de libertad expresiva. Se apreció una destacada combinación de autoridad y libertad interpretativa en la dirección del conjunto, la cual convirtió a Donegal Bay en uno de los momentos más interesantes del concierto. 

En Paganini Variations (1991), compuesta por Philip Wilby por encargo de la BBC, llegamos al momento más espinoso del concierto por la dificultad técnica que presenta la partitura. El compositor británico reúne en esta pieza, una serie de variaciones sobre el tema principal del Capricho nº 24 para violín solo de Paganini. De nuevo pudimos apreciar el buen oficio de Franz Matysiak al manejar al conjunto con sobresaliente destreza y con una dirección sobria y templada, pero no por ello fría ni desensamblada con los músicos. Todos los solistas y todas las cuerdas estuvieron a la altura de las exigencias de la partitura, demostrando su virtuosismo por un lado y su notable encaje en el ensemble. Es por ello que es muy difícil destacar a algún profesor o a alguna cuerda, aunque quizás se puede nombrar a David Vicedo, quien demostró su elegante fraseo en su solo de fliscorno en la duodécima variación; o a la cuerda de percusión, quien estuvo siempre milimétricamente ajustada y ensamblada con la agrupación.   

Madrid Brass Band se despidió con dos bises. El primero fue un arreglo del sexto movimiento «Malagueña» de la Suite Andalucía (1933) que compuso el cubano Ernesto Lecuona después de sus viajes por España. Originalmente creada para piano, pronto se transcribió para diversas agrupaciones, entre ellas, esta versión para brass band que nos ofrecieron de una forma fresca y vibrante. En el segundo bis buscaron el contraste, ya que presentaron una adaptación de la pieza Recuerdos de la Alhambra (1896) que Francisco Tárrega escribió para guitarra. Los trompetas y fliscorno se hicieron cargo de la melodía que proyectaron en los pabellones de las tubas, quienes con un constante movimiento de sus cilindros, intentaron imitar los trémolos guitarrísticos mediante los que Tárrega quiso plasmar la exuberante decoración alhambrista. 

En definitiva, un programa muy exigente con el que Madrid Brass Band demostró que nace con unas altas capacidades técnicas y musicales. También hicieron gala de una notable conjunción entre todos sus miembros, lo cual contribuyó a presentar un producto musical de excelente calidad. Y además, supieron transmitir con muy buena conexión con el público, al que cautivaron desde el mismo inicio del concierto. Con estas cualidades, el éxito futuro está asegurado al igual que lo estuvo el de Esther Blodgett en la cinta A star is born de 1937 o con el de Lady Gaga en la tercera versión de 2018.  

5 COMENTARIOS

    • Estamos trabajando en preparar el material audiovisual del concierto. En las próximas semanas lo difundiremos a través de nuestras redes sociales. Gracias por el interés.

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